Un día te contare la historia de cómo nos conocimos, yo debo reconocer que nunca te preste atención, me parecías una chiquilla nerd, tus lentes gruesos y tu cabello ensortijado y corto, que así es mas practico decías, no me gusta perder el tiempo lavándolo y cuidándolo, tengo otras cosas en que ocuparme. No negare que eso llamo mi atención.
Pero mi corazón en ese momento estaba atribulado, era el vértice de un triangulo amoroso, tu sabes la historia como nadie la conoce, porque solo a ti te conté hasta el mas mínimo detalle, tonto de mi, que no me di cuenta en ese momento que te estabas enamorando de mi, para mi seguías siendo esa niña nerd.
Jajaja ¿te acuerdas cuando te llame?, nunca timbraba más de dos veces el teléfono cuando te llamaba. Hola! Sabes, me han pedido que contacte con una persona eficiente, honesta, que aprenda rápido, que sea fácil de palabra y que sea muy inteligente! Yo escuchaba tu risa quedita en el teléfono, ¡¿Y me preguntaba si conocías a alguien así!? Me colgaste el teléfono de inmediato jajajaja es que no sabias aun que soy un pesado con las bromas y que mi sarcasmo a veces no conoce límites!
Te pedí disculpas y dos semanas después trabajábamos codo a codo, me toco inducirte y la gran sorpresa que me lleve! Ya no quedaba nada de aquella chiquilla nerd que conocí en la universidad, los lentes gruesos fueron reemplazados por unos de contacto y por fin vi el brillo inusual de tus ojos.
Siempre recuerdo la forma que acomodabas tu cabello en la oreja, a veces lo desordenaba a propósito para ver como recogías, curiosa tu forma de morderte el labio cuando estabas nerviosa y tu risa estrepitosa se me pegaba, el sarcasmo lo aprendiste rápidamente y me hacías pasar roches memorables a lo cual yo solo atinaba a sonreír y tonto me sometía a todas tus bromas que en el fondo me gustaban.
Yo no te olvido, me parece una crueldad que te murieras, tenias una bomba de tiempo en el cuerpo y un día la venita exploto y no había Dios alguno que te salve, todo ocurrió tan rápido que aun no lo puedo creer.
Dios, recuerdo las veces que me obligabas a rezar antes de comer, debo confesarte que yo no rezaba solo movía los labios diciendo bla, bla, bla me dabas un lapo en la nuca y luego un beso. Odiabas que cuente ese chiste horrible de la monjita con tu nombre! Jajaja No, no te preocupes no lo contare, pero si les contare la historia de cómo nos conocimos!