Ambos tienen cara de niños, no hace mucho lo eran. El aun tiene cara de mozalbete una pelusilla ocupa el lugar de su futuro bigote, luce cabello desordenado y manos sucias, el la abraza mientras esperan el cambio de luz.
Ella parece una niña, caderas incipientes, un rostro ingenuo, brazos delgados y con unos pechos hinchados que desentonan con el resto del cuerpo.
El la abraza a ella y ella a su bebe, ambos parecen querer protegerlo del frio. Yo los miro y veo niños que son padres de una criatura, una mujercita (lo asumo por el color de la colchita que la tapa).
La luz ha cambiado el semáforo esta en rojo y estos 60 segundos son valiosos, el se apura y saca de algún lugar una botella con detergente y ayudado con una plumilla se acerca a los carros y limpia los parabrisas, ella saca una bolsa de caramelos y los ofrece a los otros carros.
Han pasado los 60 segundos mi carro no viene y yo los sigo observando, ambos vuelven a sentarse en el borde de la pista, él le entrega unas monedas a ella y ella las guarda en una bolsita de plástico. Un cobrador les arroja unas monedas y ella las recoge del piso, el gesto por alguna razón me duele y me indigna.
Un llanto estereofónico emerge debajo de la colcha rosada, ella saca su pecho y la alimenta, el se acerca y con su manito sucia acaricia a su hija, cubre con la manta el pecho de su mujer.
¿Su mujer? ¡Si yo veo dos niños! Jugando al papa y a la mama, veo mi carro a lo lejos, me acerco a ella, Dame 10 caramelos por favor y ella me estira su bolsa, los escojo con cuidado me gustan solo los rojos, como se llama le pregunto Penélope me responde como la esposa de … la bulla del trafico me impide escucharla, ha cambiado la luz y nuevamente vuelven los dos a sentarse juntitos para calentarse mientras observan a sus bebe.