Una amarga sonrisa

Tiene nombre de flor y su madre nunca imagino que al nacer su hija, SU única hija nunca podría hacerla abuela. Y es que los hados a veces se divierten con nuestras vidas enredándonos el destino. A mujeres que no los desean (me refiero a los hijos) les da una fertilidad envidiable algunas incluso se mofan que de solo mirarlas ya quedan preñadas.

Flor, la llamare así para ocultar su nombre, no pudo, no puede y no podrá NUNCA tener hijos, la noticia la recibió como quien recibe una sonora cachetada. Las palabras del galeno parecían hacer eco en su cabeza, se perdió en su voz y la palabra NUNCA parecía retumbar en su cabeza multiplicándose para luego extinguirse quedamente, “¿Señora me ha entendido?” pregunto el galeno a ver que Flor se perdía en sus pensamientos, ella solo asintió.

Antes de recibir la noticia atribuía su ausencia de maternidad a la suerte, recibió consejos de todos lados y de todo tipo, hizo el amor en luna llena, boca arriba, boca abajo, en la casa, en el patio, de día, de noche, en las lagunas mellizeras, puso santos de cabeza, prendió velas negras y blancas, rezo a su Dios y a otros que no le pertenecían y la respuesta fue siempre negativa. Cada mes era un tormento al ver que en sus pruebas de embarazo nunca aparecían las dos rayitas que la anunciarían como madre.

Así pues cogio a su esposo de la mano y ambos se hicieron exámenes de todos los tipos luego de dos semanas la respuesta era concluyente mas fácil era que llueva hacia arriba. Flor lo tomo con una resignación increíble, si ese es mi destino, entonces que así sea. Sus amigos la animábamos, yo por mi parte le dije que tener un hijo no es exactamente la ultima maravilla del mundo, que tendría que levantarse temprano, mal dormir y que estaría pendiente para siempre de un posible vástago y que una vida así no es vida. Pero nada la alejaba de esa tristeza que ella negaba, sus ojitos siempre brillantes se han apagado, su sonrisa es ahora un mueca muy disimulada.

Ayer paseábamos por la calle y un niñito se acerco a nosotros, la sonrisa volvió a ser como antes, sus ojos brillaron, así sin mas dejo escapar cuidados maternales para aquel pequeño desconocido, su mano acaricio esa diminuta mejilla regordeta y se despidió con un “gracias señorita” y salio corriendo globo en mano. Los hados juegan con nuestros destinos para divertirse porque una cosa es poder y no querer y otra cosa es querer y no poder!!