miércoles, 11 de marzo de 2009

Paz

Ayer mientras leía en el autobús rumbo a mi trabajo me reía de lo que leía. La señora que estaba sentada a mi costado me miraba cada vez que me reía y luego miraba al libro como intentando descubrir que me arrancaba esas carcajadas.
La costumbre de leer en el carro comenzo cuando yo trabajaba lejísimos de mi casa y mi radio no era suficiente para distraerme. Ya han pasado varios años desde aquella vez. La costumbre de leer por lo menos un libro al mes se ha afianzado también.

Ahora tengo una especie de pacto conmigo mismo con respecto a los libros. He llegado a creer que la lectura de un libro es una especie de compromiso por lo que cuando abro un libro para leerlo, debo de terminarlo (solo falle con el lobo estepario que me arrancaba 5 bostezos cada pagina y el increíble caso del hombre menguante, no recuerdo ni los autores!).
Tampoco dos libros de manera simultanea, lo comparo con una relación de pareja, no esta bien (que mojigato!!) querer a dos personas de manera simultanea.
Pero también tengo malas costumbres, en el afán de que otros descubran el maravilloso mundo de la lectura, he prestado infinidad de libros, hace unos años encontré un refrán que decía "Solo un idiota presta un libro y solo otro mas idiota lo devuelve", bueno en estos años he sido todo un idiota.

Hoy mientras esperaba a mi primo, me senté en el parque a disfrutar del libro de este mes (crepúsculo!! si esa la de la película!) tenia que esperar una larga hora, 60 interminables minutos, 3600 eternos segundos!! me senté en el parque dispuesto a sumergirme entre las paginas.
Gente pasaba apresurada rumbo a sus trabajos, señoras en ropa deportiva corrían a paso lento, niños aparecían y desaparecían. De pronto todo se hizo silencio (es un decir!) que me permitio escuchar lo demás.
El sonido que produce el viento al acercarse a los cartílagos del oído era como un susurro para mi, un susurro que me tranquilizaba, como una letanía que me invitaba a tranquilizarme y darme cuenta que estaba solo. Un dispersor de agua humedecía el pasto y ese olor me impregnaba la nariz de ese agradable aroma a tierra y pasto mojado. Algunos pajaros amarillos y otros petirrojos aprovechaban el dispersor como una ducha, el instante fue tan bello en ese momento que trate de capturarlo. Cogí mi celular y lo cuelgo para compartirlo.
A veces la paz lo encuentra a uno en el lugar menos pensado.

3 comentarios:

  1. La última frase es genial, amigo. Te he dejado un premio en http://conestasmanitasymicabecita.blogspot.com/2009/03/gracias.html. Un abrazo.

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  2. Sana costumbre, la de leer, la de reir, la de meditar, la de ser feliz. Esos pajaritos amarillos se llaman botòn de oro. Un abrazo.

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  3. Quisiera leer tanto como tu, libros que deje porque no despertaron interes Cronica de un secuestro de Garcia Marquez y los libros de Jorge Ramos el presentador de noticias de Univision son iguales que sus columnas editoriales, solo habla de estadisticas no pone nada de su parte. A mi tambien me atrapo Eva Luna a las primeras lineas.
    Abrazo K.S.

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han hecho catarsis