domingo, 25 de enero de 2009

una historia que me contaron!!

A consecuencia de mi trabajo tengo contacto con muchos pacientes, de todos los tipos. Muy jóvenes o muy adultos, hace dos días una señora de avanzada edad (tenia 95 años) me contaba de su vida entre risas y llantos, su esposo murió a los 90 años y este era el quinto que ella sobrevivía a su ausencia. Con una lucidez increíble me contó esta historia, cambiare algunos datos para guardar la identidad de mi amiga y paciente.

Maria (me prestare este nombre) tenia quince años y Moisés (este si es verdadero) tenia veinte años, se conocieron en una haciendo de Ancash. Moisés era alto de piel blanca, labios carnosos, perfil de estatua griega, el se sabia y guapo y no perdía oportunidad para levantar polleras a diestra y siniestra. Ella era un botón de rosa, aun una niña, un proyecto de mujer.


Corría el año de 1928, ella 15 y el 20, las costumbres eran diferentes a las actuales (era el siglo pasado!!), la televisión y la radio eran lujos que pocos tenían, los contratos y pactos se firmaban con la palabra empeñada y un simple apretón de manos.

Moisés era el hijo de comerciantes españoles, era lo que se dice un criollo (hijo de españoles nacido en Perú), el negocio familiar lo obligaba a viajar, uno de estos viajes lo obligo a tocar la puerta de la Familia de Maria. Luego de idas y venidas con el patriarca de la familia Moisés logro vender varias cosas útiles para la hacienda. El padre invito a Moisés a un almuerzo, esos almuerzos en provincia donde se mata una vaquita y se come carne toda una semana.

Maria estaba en el borde entre una niña y una mujer, aun jugaba con muñecas y soñaba con príncipes y rezaba por las noches al borde de su cama.

Aquel día, Maria jugaba en el río mientras las empleadas lavaban, escucho la campana que indicaba la hora de almorzar y fue corriendo hacia su casa. Al entrar a la casa descalza y empapada se encontró con la mirada de Moisés, El padre de Maria y Moisés la miraron de arriba a abajo, el primero en señal de desaprobación y el segundo embobado como si hubiera visto un ángel. Maria que era fresca como el aire de la mañana solo atino a acomodarse el cabello sujetándolo con el pliegue de la oreja, con ese gesto sexy que tienen las niñas que se van convirtiendo en mujeres.

Desde ese día las visitas de Moisés se hicieron periódicas, al comienzo Maria sentía un rechazo hacia el, pero poco a poco fue encariñándose. Los negocios de Moisés ocasionaban alejamientos dos meses, estos 60 días le parecían una eternidad a Maria. Así transcurrió un año y Moisés declaro sus sentimientos al Padre de Maria (bueno así se hacia en esos tiempos!!) y la pidió en matrimonio.

La madre se opuso, pues había escuchado la fama de mujeriego de su futuro yerno, pero finalmente fue convencida que era un buen partido. Los padres de Moisés estaban totalmente en desacuerdo con ese matrimonio. Pero las cosas habían llegado demasiado lejos para retroceder (si exactamente! eso que piensas!! eso mismo paso!) No había marcha atrás. Como en las novelas románticas del siglo pasado, Moisés escalera en mano rapto a Maria para casarse con ella. Huyeron en burro cierto tramo y luego a caballo hacia Lima. Donde luego de dos semanas se casaron. Sus únicos testigos fueron las velas de la iglesia y un cura al que suplicaron tres días para que los case.

Comenzaron su vida juntos, con sobresaltos y malentendidos. Ella acostumbrada a ser servida tuvo que aprender a llevar una casa pequeña y estrecha. El primer hijo de Maria tenía dos años cuando una tarde unas mujeres tocaron su puerta.


Eran dos mujeres de rostro redondo, trenzas negras y polleras multicolores. Junto a las dos señoras había un niño totalmente diferente, su cabello castaño casi rubio, piel blanca y pecas salpicadas en el rostro. El rostro le era familiar a Maria. Se parecía a su propio hijo, pero se parecía más a Moisés. Entre las tres mujeres sobraban las palabras, con unas cuantas Maria se entero de todo. La madre del niño había muerto 1 año atrás y se encontraba en el más completo abandono, las mujeres recorrieron medio país, siguiendo el rastro de Moisés que cual gitano iba vendiendo diversos artículos en medio Perú. Maria las hizo pasar y las tres esperaron a Moisés.

El lo negó todo en todos los idiomas conocidos, pero la prueba mas evidente devoraba las galletas y la leche en ese momento, su parecido era innegable. Maria no lo pensó dos veces cogio sus ropas y a su hijo. Si el no se queda, nosotros nos vamos con el! dijo con voz firme y decidida. Moisés pensó que Maria se había vuelto loca, has lo que quieras!! , dijo restando importancia, pensaba que ella fanfarroneaba. Maria corrió al segundo piso y en un minuto estaba de vuelta, con la maleta lista, con una mano sujetaba a su primogénito y con la otra al primogénito de Moisés. Hizo una seña con la cabeza a las mujeres para que cojan la maleta y se dirigió a la puerta. Las mujeres habían visto la discusión como quien ve un partido de tenis de derecha a izquierda. Se despabilaron y fueron por la maleta. Los cinco salieron de la casa, dos cuadras mas tarde, Moisés los alcanzo entre gritos, suplicándole a Maria que no lo deje. Maria se hizo de rogar y regresaron a casa. Maria entro a su casa con sus dos hijos, Moisés y Humberto.

Los años pasaron, A Moisés padre le costo trabajo aprender a querer a su primogénito, pero finalmente lo hizo, Maria sin embargo lo quiso desde el primer momento en que lo vio, lo amo como a su propio hijo. La familia de Maria y Moisés llego a sumar 8 integrantes. Pero ninguno de sus hijos amo tanto a Maria como lo hizo el primer hijo de Moisés. Los años pasaron, los presidentes pasaron, los alcaldes pasaron, Lima crecía y las chacras iban desapareciendo poco a poco, el cemento invadía todo.

El país como tal cambio, las dictaduras de los setentas terminaron arrebatándoles sus tierras, pudieron sobrevivir gracias a una familia numerosa y trabajadora. Moisés padre no había perdido sus mañas y le causo varios dolores de cabeza a Maria, que soporto estoicamente su condición de madre y esposa engañada, sus hijos tampoco le dieron tregua, ya que padres exigentes tocaron mas de una vez las puertas de su casa, exigiendo que sus hijos reparen el daño hecho a sus hijas. El amor de Maria fue tan grande que alcanzo para repartirlo entre mucha gente.

Los años pasaron y la muerte de Moisés hijo a los 68 años quebró el corazón de Maria, Hace cinco años Moisés padre tuvo la mala idea de irse al otro lado (eufemismo que usa Maria para referirse a la muerte) desde ese momento Maria reza por las noches al pie de su cama, como cuando era una niña, para que la generosa muerte la acoja en sus brazos. Su cuerpo marchito se apaga minuto a minuto, sus brazos y piernas no responden como antes, en ocasiones pierden el paso de sus ideas, olvida lo que decía, los recuerdos la asaltan a cada momento, recuerda a ese buen mozo alto de piel blanca, labios carnosos, perfil de estatua griega. Recuerda la luz de las velas alumbrando como mudos testigos el momento mágico de su matrimonio.

Mientras espera a la piadosa muerte, ella cuenta esta historia a quien quiera escucharla y Yo te la cuento para que su vida no se pierda.

3 comentarios:

  1. ¡Qué história! es preciosa como una novela de amor, solo que es real. Otro abrazo.

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  2. "Maria" es una viejecita muuuy amable, vivido tanto que solo piensa en "irse al otro lado", A veces como Farmaceutico le digo que no digo esas cosas, ya que no puedo apoyarla en eso, pero por otro lado le encuentro sentido a sus palabras!
    Gracias Miyita!

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