"El tiempo que estaremos muertos es infinitamente mas largo que el tiempo que estaremos vivos".
Una vez leí esa frase y me hizo pensar mucho sobre mi mortalidad, hace dos semanas mi padre me la volvió a recordar.
Luego muchos años volví a verlo, al llegar estaba inconsciente en una sala de emergencia, luchando por su vida, luchando por quedarse de este lado. Curiosamente era la fecha de mi cumpleaños. Al verlo me acerque y acaricie sus cabellos, sus cabellos eran ahora mas grises que antes, ya no esa mata de color azabache de la que siempre se enorgullecía. Su rostro estaba demacrado, lo mire fijamente y pude reconocer en ese anciano a mi padre.
!Toto! lo llame y no me respondió, parecía dormido, pero este era un sueño diferente, era un sueño cercano a la muerte. Su corazón latía desordenadamente, respiraba con ayuda. Su silencio contrastaba con la bulla alrededor, se escuchaban quejidos y lamentos, una sala de emergencia es así. Dolor y sufrimiento.
Al paso de los años me obligue a acostumbrarme a su ausencia. Una vez prometí que fingiría que estaba muerto , pero al verlo ese día tan cercano de la muerte la cólera que se me había enquistado en el pecho se me cayó , se arrastro por mi pecho bajando por mis piernas hasta finalmente caer delante de mis pies. Al sentirme mas ligero di un paso hacia el y lo llame por su nombre. Pero no hubo respuesta.
Una mujer delgada y pequeña se encontraba a su lado. Sus ojos rojizos y cansados delataban que había llorado. No la conocía y toscamente pregunte, Tu quien eres? ella me miro y me dijo su nombre el cual olvide en ese mismo momento, porque toda mi atención se centraba en ese momento en el anciano recostado en esa cama de emergencia.
Quería estar con el a solas, le dije a ella que podía salir si lo deseaba, era una buena excusa para estar con mi padre. Ella entendió y muy diligente se desvaneció como una sombra. Mi padre se movió, así como uno se mueve entre sueños. Pensé que al estar cerca a el reaccionaria, pero no fue así. Luego emitió un gemido, un sonido gutural, los tubos y vías atados a su cuerpo lo fastidiaban. Yo me acerque y le dije , Toto, no te muevas, ten calma, ten paciencia! y mientras le hablaba mis ojos se iban inundando de lágrimas. Respire hondo dispuesto a no dejar escapar una lágrima mas. Luego de un momento reacciono parecía despertar de un largo sueño, me miro por un instante, pareció reconocerme y de pronto un rayo fulmino su cuerpo, un nuevo ataque epiléptico contrajo su cuerpo.
Como farmacéutico no era la primera vez que veía a una persona convulsionar, pero esta vez era diferente, era mi padre quien se arrugaba de dolor, podía ver en su rostro el dolor. Vi el monitor de funciones y vi los latidos de su corazón saltar de 86 a 145, sujete su mano con fuerza, mientras llamaba a la enfermera. Toto, calmate por favor! calmate! le decía, su cuerpo empezaba a arquearse, sus labios y manos se veían morados, en segundos que me parecían una eternidad apareció la enfermera , una ampolla de diazepam cargada en una jeringa de 3mL, acerque el brazo de mi padre a ella. Luego de breves segundos mi padre volvió a un profundo sueño, su cuerpo perlado de sudor. Lo sujete de la mano tratando de que no se me escape.
Decidí hablarle como si me escuchara, le conté lo que había hecho en el tiempo que no nos vimos, le hable de su nieto y de mi hermana. El tiempo había transcurrido en un abrir y cerrar de ojos, entre frases cortadas por mi llanto resumí mi vida en pocos minutos. Trate de calmarme, respire hondo y bese su frente. En ese instante me transporte a mi niñez cuando el hacia eso conmigo.
El tiempo de visita se acababa, ya no podía quedarme. Solo estaba autorizada su actual esposa, debía de dejarlo y rezar porque no muera. Antes de irme volví a preguntar su nombre, le pedí disculpas pues la verdad no había prestado atención la primera vez que me lo dio. Lo anote pues no preguntaría de nuevo.
El camino de regreso fue mas triste, pues algo mio se quedo atrás. Mi padre había sufrido una embolia cerebral y pulmonar, sabia que las consecuencias podían ser funestas, la mayoría de los pacientes pierden la habilidad de controlar parte de sus cuerpos, el deterioro mental se hace presente, sabiendo lo que se, el horizonte se me hacia muy sombrío. Llegue a rezar (algo que no hago muy frecuentemente) y en mis rezos pedí lo siguiente : Si va a suceder algo, que suceda ya! Que no sufra mas, por favor!
Volví dos días después , cuando lo vi, me recibió con una sonrisa pero no me reconoció converse con el y estaba desubicado, aun hablaba incoherencias y no hilaba bien sus ideas. Le decía papa a cada rato y me miraba como si fuese de vidrio.
Cuando llego la hora de dejarlo, luego de haber conversado mas de dos horas , me miro fijamente vi sus ojos analizar mi rostro y con una sonrisa me dijo, Tu te pareces a mi hijo.