Aqila mira sus manos negras, ampollas y callos es lo
único que ve, echado sobre su camastro, descansa sus huesos. Al cerrar sus ojos
puede recordar claramente la sabana africana, a lo lejos veía elefantes y
jirafas pastando en paz, recordaba también el olor a libertad y el verde que lo
inundaba todo.
Aqila recuerda cuando su madre y sus hermanos fueron
tomados como esclavos y traídos hacia el nuevo continente, su madre murió en el
trayecto y su cuerpo fue usado como cebo para atrapar tiburones cuya carne era
apreciada entre la tripulación. El y sus hermanas no probaron bocado de aquel
enorme pez. Cuando llego a la costa se dio con la sorpresa que estaba en un
lugar al que llamaban Nueva Castilla.
Aqila no volvió a ver a sus hermanas, 20 años han pasado
desde que piso estas tierras lejanas, fue comprado por Doña Leonor Carrasco que
con muy buen ojo lo coloco al mando de la cuadrilla de esclavos.
Aqila creció como todos los hombres de su tribu en su
natal África, alto, fornido, sus músculos marcados por el trabajo, manos y pies
grandes. Era de memoria rápida por lo que aprendió rápidamente el español, tuve
la suerte de quedarse en la costa, escucho a otros negros que eran llevados a
la sierra donde morían todos fulminados por el frio.
Bajo su mando la producción algodonera y de frutas
duplico su producción y en pocos años la hacienda fue la más famosa de la
región.
Pero él seguía siendo esclavo, el no podía entender la
diferencias que había entre negros, indios y blancos, entre hombres y mujeres.
Aqila no sabía que pecado había cometido para merecer
semejante destino, porque Oshun se había olvidado de él, su madre le había
enseñado que el amor existía, pero él no lo había visto desde que puso pie en
la nueva España. En la noche se sumergía en el rio para invocarla, pero sus
ruegos no fueron escuchados hasta esta hace un momento.
Cerca de donde estaba salió del agua una mujer negra como la noche, su
cuerpo perfecto, sin las cicatrices del látigo que tienen todos los negros en
la nueva España, su cabello corto y prieto, y sus ojos color miel, Aqila,
lo que tu pides no se puede tomar por la fuerza, pero si quieres romper tus
cadenas vas a tener que pelear...
Buena historia...disculpa mi ignorancia, el nombre del protagonista me suena familiar, ¿la historia es real?
ResponderEliminarPues ahora que lo mencionas! a mi tambien me suena familiar!
EliminarYo lo googlee! buscaba nombres africanos! pero me parece que habia un corredor con ese nombre!
Que interesante y profunda historiaaaa!
ResponderEliminarTiene segunda parte?
Creo que todos tenemos cadenas. Invisibles pero sensible para cada quien.
Un beso Gary!
Pues tiene una prequela!!! jejejeje
EliminarSi todos estamos atados a algo!
Creo que la paradoja con la cual termina la historia es una constante en la historia. Saludos.
ResponderEliminarPues si!! te doy toda la razon!
EliminarLamentable y triste la historia, pero nadie es completamente libre. saludos
ResponderEliminarEstas en lo cierto! en ocasiones nosotros mismos nos colocamos las cadenas! y las acariciamos!
EliminarParece una historia de El Guayabo de El Carmen. Al menos ahora todos somos iguales, aunque hasta la fecha siga habiendo ciertos racismos y ciertos modos de esclavitud en el Perú. A seguir luchando por cambiar esas cosas.
ResponderEliminarjajajaja podria serlo! eso una batalla que se libra todos los dias Marcelo!
EliminarHola Gary. Buena historia. Me hizo recordar la muy buena miniserie "RAICES", cuando a Kunta Kinte lo capturan cuando fue a buscar agua y cambiaron su vida para siempre.
ResponderEliminarEse tipo de esclavitud ha sido una lacra y una verguenza para la humanidad.
Un abrazo.
LUCHO
No pensaba en eso cuando la escribi, pero sin duda hay ciertos parecidos.
EliminarLa esclavitud .... se puede denostar tanto! que no alcanzaria el espacio!
Bonita historia, demasiado real, nos remonta a aquellas epocas donde realmente pasaba, donde el destino de uno mismo pocas veces dependía solo de uno!
ResponderEliminarSaludoss...
Pues si!
Eliminardebio ser horrible!
Hola Gary:
ResponderEliminarNo ha cambiado casi nada, excepto los protagonistas...Que seguimos intentando rompes cadenas, para un mundo mejor.
Me ha gustado mucho. Ayer no pude comentar
Saludos
Muchas gracias!
EliminarSi es una batalla constante!
Fascinante historia...
ResponderEliminarPor cierto... pasate por el blog... hay un regalito para ti.
Un abrazo chico !!.
Muchas gracias!!! muchas muchas! muchas! gracias!!
Eliminarme gustó la frase final, da mucho que pensar.
ResponderEliminarSobre la esclavitud, fueron otros tiempos, otros pensamientos. Me gustó la entrada a pesar de que semanas antes hiciste un comentario racista en tu fb.
jajajaja no fue racista el comentario.
EliminarLibertad que aun no tenemos.
ResponderEliminarsaludos.
la libertad se debe pelear todos los dias por ella!
EliminarYo; aquí; poco puedo decir, son tus antepasados; no los míos; por mucho que siempre se le eche la culpa a "los españoles". Tampoco hay que caer en un "buenismo" ingenuo; el hombre blanco no se adentraba en las selvas a la caza de esclavos: las tribus rivales se los traían a las costas.
ResponderEliminarBETULOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!
Eliminarel otro dia pensaba en ti! que ha sido de tu vida?? que bueno verte por aca!!
caray! no te lo tomes tan a pecho! es solo una historia! y lo que mencionas es muy cierto!
A mi este post me ha recordado a "¿Cómo te llamas? - Tobi", jajaja. TEnemos una gran suerte no haber vivido nada de esclavitud, a saber en qué situación habríamos estado de habernos pasado algo así. ¿Seríamos libres? ¿Lucharíamos?
ResponderEliminarBicos Ricos
Muy buena pregunta!
Eliminar¿Habria luchado yo por mi libertad?
mmm me dejas pensando!