La duda del Monje Ma-jin

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Su rostro de niño desentonaba con el cuerpo pétreo y musculado, su mano derecha sostenía un rosario con cuentas de madera del tamaño de uvas y la otra descansaba plácidamente sobre su muslo.

Ríndete no tienes oportunidad, dijo uno de ellos mientras le apuntaba con una lanza, No te acerques advirtió otro, es un monje no lo ves!

Monje o no! No tiene oportunidad, él es uno solo y nosotros somos 10.

Los labios del monje se separaron y con voz calma y serena dijo Todos somos uno, si irguió abandonando su posición de meditación y se levanto tan alto como un árbol, la cabeza del más alto de los atacantes llegaba al hombro del Ma-Jin.

Te llevaremos en pedazos si es necesario, pero la recompensa es nuestra grito uno de los atacantes, mientras todos levantaron sus armas y atacaron al monje.

Ma-Jin dio un salto extraordinario y se alejo unos cuantos metros de sus atacantes extendió su brazo y mostrándole la palma les dijo No me agrada pelear… pero fue interrumpido por el silbido cortante de una espada dirigida a su mano, la esquivo con un mínimo esfuerzo, todos al unísono empezaron a atacarlo y el monje movía su cuerpo esquivando cada golpe certero. 

Uno de los atacantes grito frustrado y dirigió la lanza a la espalda del monje, la reacción del monje fue como si tuviera ojos en la espalda, giro tan rápido que parecía solo una mancha borrosa. Mato al primer atacante con 3 golpes certeros, uno a la altura del pezón derecho otro debajo de la axila derecha y el tercero en la nuca, el primer atacante ya estaba muerto antes de tocar el suelo. La lucha fue breve, los asesinos fueron eliminados uno por uno.

Solo quedaba un hombre joven que todo el tiempo se quedo inmóvil sujetando su arma como si fuera un bastón, estuvo observando todos sus movimientos, Veo que no te gusta pelear pero lo haces muy bien, dijo serenamente y recibió como única respuesta una afirmación con la cabeza.

Mírame bien le dijo  ¿no reconoces en mi a tu hermano?

Todos somos hermanos respondió el monje haciendo una reverencia hacia su contrincante,

Mírame bien dijo el guerrero, el monje observo detenidamente las facciones de su interlocutor y pudo reconocer en aquel rostro sus propias facciones.

Este que está aquí es mi cuñado dijo señalando con su arma el cadáver del primer atacante y ese que esta allá dijo señalando a la derecha con su arma ese es mi hijo, tu sobrino.

El monje vio un niño llorando aterrorizado retenido por una mujer con lágrimas en los ojos.

Mira lo que has hecho! Mira en lo que te has convertido! Tú no eras así, con tus acciones mataste a mucha gente!

Algunos merecían morir dijo fríamente el monje

¿Matándolos has revivido a sus víctimas? La pregunta parecía dolerle al monje pues son las mismas que el mismo se había hecho durante sus intensas horas de meditación. La ira empezó a arder en su interior y como el fuego sobre el pasto se distribuyo por todo su cuerpo y adopto una posición de pelea.

El hermano de Ma-jin sabía que iba a morir, reconocía la posición adoptada por su hermano, un pie delante y ambos brazos adoptaban la forma de una cruz sobre su pecho, la técnica del dragón. No podría sobrevivir ni al primer golpe...