Pocos
hombres habían recorrido el mundo como él, los nombres de Sicilia, Cerdeña,
Córcega, Hispania, Iliria, Cartago, Egipto le eran familiares porque había
estado en todos lados, Lucius quedo huérfano desde muy tierna edad y encontró
en el ejercito una familia.
Las
amistades que nacen en el lecho como en el campo de batalla son para siempre.
Fue así como Lucius conoció a su actual criado, un etíope que en mitad de la
batalla puso su cuerpo para evitar el centurión fuese asesinado. Lucius lucho
como un leon para defender a aquel negro que le salvo la vida. Samay-awi se
recupero pero cojeo para el resto de su vida.
Samay-awi
y Lucius eran amigos y solo peleaban por sus dioses, el etíope clamaba que
tantos dioses no podían ser verdaderos y que él había escuchado al bautista
hablar de un Dios que no tenía comparación y que los otros eran solo figuras de
barro. Lucius se burlaba diciéndole que se puede
esperar de estas gentes, que tienen solo un Dios y que no se atreven ni a
nombrarlo! Pero estas diferencias no hacían mella en la amistad
forjada en años.
El
etíope llevaba sirviendo a su amo por casi 15 años y un buen día algo fallo en
el cuerpo de Samay-awi, el aire le faltaba y por las noches debía de dormir
sentado porque sentía miedo de morir entre sueños.
La
región se veía asomada por rumores, un hombre resucitaba muertos, alejaba
demonios, devolvía la vista a los ciegos y se presentaba como el hijo de Dios,
el etíope fue testigo de una de sus curaciones, era una niña ciega que el mismo
había visto pidiendo limosnas en los caminos, no había duda la niña era ciega
sus ojos eran como dos pasas blancas, pero luego que aquel hombre colocara sus
manos sobre sus ojos aparecieron dos ojos verdes llenos de vida y la niña vio,
el rumor se esparció como el polen en el viento. Y de ahí en adelante el etíope
creyó en las palabras de aquel al que llamaban el nazareno.
Nadie
quiere morir y fue por eso que se atrevió a pedirle a Lucius que hable con ese
hombre, al Centurión le tomo 2 días juntar el valor necesario para hablar con
el hijo del carpintero, los sonidos que hacia su amigo al respirar, el pecho
silbando y el rostro de angustia hicieron que Lucius coja su caballo y se
dirigía rumbo al nazareno.
Lo
encontró en la casa del cobrador de impuestos, la casa estaba llena de gente,
Algunos le reclamaban el porqué comía con aquel hombre o porque estaba rodeado
de rameras sin embargo tanto lo necesitaban que el centurión se asombro al ver
como por el techo metían a un hombre tullido de pies a cabeza para que Jesús lo
cure. Había tanta gente que no pudo ver nada pero unos gritos de alegría,
llantos de emoción y mucha gente alabando a su dios le dieron la señal de que
un milagro se había producido.
El
estaba dispuesto a hacer valer su puesto de Centurión, lo obligaría si era
necesario, lo arrastraría hasta su casa si no venia por su cuenta, lo que sea
con tal de salvar a su amigo, pero justo en ese momento en el marco de la
puerta apareció el, unas ropas sencillas de lino blanco cubrían su cuerpo y su
mirada, una mirada que lo atravesó, por un momento se sintió desnudo y de
alguna manera el sabia que aquel hombre se asomo a la puerta buscándolo a él.
Con
voz amable aquel hombre le pregunto, ¿Me buscas? Lucius que durante todo
el camino venia empuñando su gladius lleno humildad ante el milagro solo se atrevió a decir Señor No soy digno de
que entres bajo mi techo, Solamente Di palabra y mi criado sanara, porque Yo
también soy hombre de autoridad y tengo bajo mis órdenes soldados y digo a éste
Ve y Va; y al otro Ven y viene y a mi siervo Haz esto y lo hace.
Jesús
lo miro intrigado como un niño que ve por primera vez el mar o un arcoíris y
mientras jugueteaba con su barba se dirigió a los demás y dijo Yo les digo
que ni aun en Israel he hallado tanta FE. Ve tu fe lo ha sanado. Lucius de
una manera que no tenía como explicar sabía que Samay-awi estaba sano.
Estaba
leyendo la entrada de la desnudez de Cristo y hoy por emergencia recibimos un
niño con una crisis asmática y me acorde cuando era niño y tenía mis crisis de
bronquitis asmatiforme y mi papa me hacia rezar esa frasecita, Señor no soy
signo de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastara para sanarme, esa
frase más que recordarme a Dios me recuerda a mi papa y así sin darme cuenta se
formo la entrada para el Lunes!
Es una pedazo frase, que de hecho se repite en todas las homilías a día de hoy. Lo malo que muchas veces con fe no es suficiente...
ResponderEliminarBicos Ricos
La fe mueve montañas, y creo que ciertamente, cuando dejamos que la fe entre en nuestra casa y nos desnudamos ante ella, conseguimos muchas más cosas que aferrandonos a lo que no es posible en tantas ocasiones. Para algunos será una muestra de debilidad, pero para muchos otros, es el sintima de que la vida tiene algun sentido.
ResponderEliminarUn beso
Si consultas mi sección de maricas insólitos, en mi blog, una de las pestañas superiores, es por no dejar el link, que me da pereza ahora mismo... verás que justifiqué exegéticamente y demostré que el centurión, en efecto, era gay y tenía una relación con su sirviente, a JESUCRISTO esto no le importó, sino que alabó su fe... y otra curiosidad, pese lo que la Iglesia nos condena (a los gays) en la liturgia ha quedado la frase del centurión marica como gesto de fe antes de recibir la comunión: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme"....
ResponderEliminarOh my Goodness! Que? El centurion era gay? Podriamos decir que Jesus tambien lo fue? Total nada podemos afirmar o negar de ese entonces, pero como quiera creo que todos somos hijos de Dios, pero hay cosas que creemos por fe y otra por hechos (reales) que son demoestrables y pues la Biblia no da muchos detalles de algunas cosas, quiza porque esos detalles se perdieron con la transmision oral de los acontecimientos en el tiempo , pero bueno, interesante...
ResponderEliminarUna historia muy bonita realmente. La fe es sanadora. Yo no soy muy amigo de los relatos bíblicos, pero he de conocer que como libro de ficción es insuperable. Contiene algunas de las historias más interesantes que se han escrito nunca.
ResponderEliminarBesos y agur
Buen relato Gary que te dio la oportunidad de escribirlo en el blog y de traerte además un trocito de tu infancia con tu padre.
ResponderEliminarUn beso.
Pimpf : pues si, la fe sola no hace nada. Mi hermana dice que una fe sin obras es una fe muerta.
ResponderEliminarKotei : Pues yo tengo aun dudas pero sin embargo no puedo negar que fui criado en una casa muy catolica y estas historias me son muy familiares.
Observatorio Gay Granatense ; pues creo que eres el unico que se dio cuenta de mi muy sutil insinuacion de que el centurion amaba a su "amigo" de una manera diferente, me parecio interesante deslizar aquel detalle, no habia visto tu entrada, y me ha dado mucha curiosidad, la buscare!! y leere!
Anónimo: No lo se esto lo invente y deslize en esta frase "Las amistades que nacen en el lecho como en el campo de batalla son para siempre" para sugerir aquello, no creo que jesus lo fuera y si lo hubiese sido, no tendria nada de malo. es solo mis fantasias mi mente retorcida que se inventa cosas.
Zowi: Yo considero la biblia como una fuente increible de historias reparadoras y otras realmente terribles! Es un Best seller sin duda! Pobre Esopo! sus historias palidecen contra las de la biblia jajajajajaja
la MaLquEridA : pues si, eso fue lo que me recordo todo lo que vi y lei ayer domingo.
Muy aparte de no creer en religiones, esos relatos llegan a ser muy reconfortantes.
ResponderEliminarSaludos.
Yo es que esta entrada así tan religiosa me da un poco de repelús comentarla, a ver si me va a girar la cabeza 700º y empiezo a vomitar moco verde...
ResponderEliminaren fín, que la fé mueve montañas, dicen. Aunque si te digo la verdad, casi tengo más fé en los dioses que en algunos hombres, jajajaja y no precisamente porque sea yo muy religioso!
OKIPERU ® yo pienso muy parecido, pero me apetecia publicarlo, me gusta esa frase del centurion.
ResponderEliminarZ : jajajajaja pues si me salio un tanto religioso este post, no fue mi intencion jajajaja solo queria darle contexto a lo que mi papa me hacia rezar cuando estaba enfermito jejejeje
Fue precisamente cuando leí la biblia cuando era joven cuando descubrí que que lo que me enseñaban no era lo que Jesus predicaba. Deje de ser católico pero aprendí a tener valores y ética.
ResponderEliminarUn beso (desde mi infancia)
Parmenio: Pues si, algo parecido me sucedio a mi.
ResponderEliminarHermoso cuento... Me gustó mucho Gary!
ResponderEliminarme gusta que te guste el cuento!
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