Una historia de tres

Ya se acerca el día de la madre y hay algo que quiero contar! Siempre he dicho que el perro de mi niñez era Camilo, era un perro mestizo (ósea chusco), bajito, de color caramelo y que al caminar siempre daba un saltito muy gracioso, era un perro muy inteligente y yo lo quería mucho.

Se parece mucho a Mi Camilo

Mi mamá (creo que todas lo hacen) renegaba con Camilo, que bota mucho pelo, que huele feo, que tiene pulgas, que muerde todo, que hace bulla y una lista interminable de quejas al punto que legue a pensar que mi mama odiaba a mi Camilo.

Un buen día Camilo se escapo de la casa al ver la puerta abierta y con tan mala suerte que lo atropello un carro a unos metros de mi casa. Yo solo atine a recogerlo y llevarlo a casa llorando, los ojitos de Camilo se abrían y cerraban hasta que luego de un rato cerró los ojos y se quedo quietecito y exhalo profusamente.

Quizás ahí note lo que es la muerte, lo que es la muerte de verdad, esa que es verdadera y definitiva, no recuerdo lo detalles con claridad el paso del tiempo ha borrado algunas cosas, pero recuerdo entrar a mi cuarto llorando en voz alta y tirar la puerta con todas mis fuerzas.

Mi mama subió y me dijo algo que no tenía sentido y luego salió, luego de un buen rato salí de mi cuarto y Camilo ya no estaba donde lo había dejado y tampoco estaba mi madre. Luego de varias horas volvió mi madre con Camilo en brazos, lo acunaba como un bebe, el canino se había desmayado, no estaba muerto.

Mi madre se encargo de cuidarlo como a un hijo, compro la receta del veterinario, se encargo de darle las pastillas para el dolor y de ayudar a su recuperación, Camilo humilde recibía todos los cuidados que mi mamá le prodigaba.

Luego de varios meses el ya se había recuperado del todo, volvió a ser el perro que fue y el trato de mi mama volvió a ser el mismo, saca el perro que huele feo, que no muerda las cosas, llena todo de pelos, pero algo había cambiado mi mama ahora lo quería mas.

Esa misma carita ponía cuando lo regañaban

Y muy de vez en cuando se lo demostraba, le hacia un cariñito, le acariciaba el lomo o la cabecita y esa simple y pequeña demostración de afecto desataba en mi Camilo una explosión, el pobre no cabía de emoción y subía y bajaba las escaleras corriendo, saltaba y ladraba de alegría, su vieran su carita! Hasta podría decir que sonreía de felicidad.

Conocen esta historia?

Mi Camilo murió muchos años después de una manera muy fea, su recuerdo me acompañara siempre, Mi madre siempre ha demostrado que su amor es inmenso y grandote incluso para alcanzaba para darle un poco a Camilo K-nino Rivera

La sonrisa de tu perro es lo mejor