¿A que le tienes fe?

Al hablar de una bruja uno se imagina a una vieja de cabellos canos y sobretodo fea! Embé no encajaba en el paradigma de las brujas y sin embargo lo era, tal como lo fue su madre y su abuela.

La madre de María tenía como ella decía en su tono cantarín y jovial 45 añitos recién cumplidos, aunque Maria sospechaba que su madre ya había pasado los 51 pero su lozanía, su risa sincera hacían el truco de restarle muchos años.

Fue por eso que cuando Maria regreso a su natal Trujillo se llevo con la gran sorpresa, en 6 meses su madre se había convertido en un saco de piel y pellejos, sus cabellos grises se habían teñido de blanco en pocas semanas y la piel de la cara se le había pegado al hueso, la piel amarillenta seca y escamosa. Es difícil entender como un cuerpo vivo semeja a uno muerto, pero la piel de la cara se había resecado tanto que los labios se habían retraído dejando a los dientes expuestos mostrando una sonrisa cadavérica que asustaba.

La madre de Maria la reconoció de inmediato y  entro en llanto, pero las fuerzas no le alcanzaban para llorar y solo pudo abrir la boca y emitir un sonido gutural que asemejaba al de un animal herido. El Corazón se le destrozo a Maria.

La familia había intentado todo con la medicina, tomografías, exámenes, de todo tipo y calibre y la condición empeoraba día tras día y nadie daba con el origen de esa extraña enfermedad que acababa con su vida.

Una vecina le dijo Maria acerca de Embé y esta en la desesperación acudió en busca de ella.

Trujillo tienes en las afueras un mar de chacras, que vistas desde el cielo asemejan un manto verde hecho con retazos de diferente tonalidades, en el centro de su parcela estaba la casa de Embé, la casa estaba hecha de quincha y barro, una sola planta, una sola habitación, un solo camastro, una sola cocina y  un fogón en el centro. 

Todo el mundo hablaba de Embé pero solo a sus espaldas, muchos decían que en su juventud era una negra voluptuosa y caderona que sus labios más que besar succionaban, pero nadie se atrevía a decirle algo a la cara, todo por su mal genio. Con los años su belleza disminuyo y su mal humor era conocido en todo Trujillo.

Maria espero a Embé en su huerta sabia que cualquier cosa que haga podía iniciar las furias de la bruja, Embé la diviso a lo lejos y algo en su mirada le decía que la bruja sabia el porqué la buscaba. Maria abrió la boca para suplicar pero Embé se adelanto. Nada se puede ya hacer por ella, Ya está perdida! Pero si quieres aliviar su final retira la cruz de hierro que han puesto debajo de su cama.

La brujeria! Cruces, hechizos, pocimas ¿A que le tienes fe?