Al maestro con cariño...

Luis caminaba rumbo a su trabajo, miraba sus zapatos negros y viejos pero bien lustrados, su pantalón viejo pero bien planchado, la línea del pantalón impecable, se vio en el reflejo de una ventana y verifico su peinado, el cabello dejo de ser negro azabache hace muchos años y ahora es un gris plateado que le daba un aire respetable. Estaba ensimismado en sus pensamientos, cuando un cuchillo apareció delante de él.

Luis vio delante a un hombre en la mitad de sus 30, el brazo que sostenía el cuchillo tenia infinidad de cortes, le faltaba un pedazo de oreja izquierda, un corte cerca del ojo derecho le daba un aspecto cruel. Dame todo lo que tienes! Dijo mientras gotitas de saliva escapaban de su boca con dientes marrones, rotos y algunos ausentes.

Luis se asusto mucho, en sus bolsillos traía el dinero suficiente para pagar su almuerzo y el pasaje de regreso a casa, el ser profesor no siempre es una carrera bien pagada, salir de un colegio a otro y si se tiene suerte algún alumno al que darle clases particulares. Dame tu plata!!!! Le volvió a repetir el esperpento que tenía delante.

Pero esta vez la expresión de su atacante cambio, empezó a mirarlo como tratando de reconocerlo, Tu enseñas matemática, ¿no? Dijo con una expresión de asco, tú me enseñaste a mi huevon, si te hubiera hecho caso, no estaría aquí. Se dice que la repetición hace al maestro, con una rapidez increíble introdujo las manos en el bolsillo de Luis, saco la billetera y salió huyendo.

Luis que no salía de su asombro, respiro hondo y trato de calmarse, como siempre ocurre en estos casos, los curiosos se le acercaron para “ayudarlo” cuando ya no era necesario. Aun faltaban dos cuadras para llegar al colegio y la cabeza de Luis volaba tratando de ubicar a su asaltante, sin duda fue alumno mío, pero ¿quién?, la tristeza se le metió al cuerpo. La campana lo saco de sus pensamientos, caminó más ligero sin su billetera.

Entro al salón y vio a sus alumnos, la rutina, el tedio habían acabado con su vocación, pero hoy recibió una señal, la sacudida que un profesional necesita para replantearse todo, vio las caritas de sus alumnos, niños y niñas, jugando entre  ellos sin darse cuenta que estudiar es lo más importante que tienen que hacer con sus jóvenes vidas. 

Esos niños en el futuro se convertirán en extraños a quienes no reconocerá, respiro hondo y puso todo su empeño en llegar a aquellas mentes jóvenes y recordó el entusiasmo con el que enseñaba cuando era joven, recordó su primera clase y en una esquina del salón que recordaba vio a su ex alumno, al hombre que lo amenazo con un cuchillo.