El verdadero nombre de Dios

Iba yo caminando, con el paso seguro de mis jóvenes años, observando a diestra y siniestra.

Dicen que la muerte no hace diferencias, sin importar clase social, raza o género, todos tarde o temprano nos vamos a morir, desde el día en que nacemos empezamos a morir poco a poco, fascinado estaba por mis ideas con respecto a la muerte cuando escuche el llanto de un niño.

Un llanto que me contagiaba su tristeza y dolor. Empecé a caminar buscando al niño, recorriendo aquella ciudad de muertos. Encontré mausoleos, criptas antiguas, algunas bonitas y otras viejas, el llanto parecía esquivarme y así fui recorriendo el cementerio entero, a veces corriendo y otras caminando.

Y finalmente lo encontré, sentado y apoyado en una cripta estaba un ángel llorando, al vernos escondió su rostro avergonzado entre sus alas.

Era como ver un niño precioso pero con alas, me acerque con cuidado para no asustarlo, ¿porque lloras angelito lindo? Le pregunte, el ángel hipando me dijo extraño a mi mama, le estire mis brazos y el corriendo apoyo su cabecita en mi pecho, lloro un rato y mientras acariciaba su cabecita limpiaba sus lagrimas.

Señalando con su dedito hacia una lapida que teníamos al frente dijo llorando, ahí está mi mama su tristeza se hizo mía, siempre he pensado que el dolor más grande de todo padre es perder a sus hijos y que es horrible que un niño crezca sin sus padres.

Y el ángel se deshizo como se deshace el humo de cigarro en el aire y me encontré solo otra vez, caminando me puse a pensar en mi madre, en sus detalles, en su risa, la forma coqueta que usa para pedirme que la acompañe y de pronto deje de sentirme solo, su presencia esta siempre conmigo, una madre está siempre en el corazón de sus hijos y de pronto la voz del ángel me susurro al oído:
Madre es el nombre de dios en el corazón de los niños.

Y con el paso seguro de mis años jóvenes continué por el sendero de mi vida.