De tu puño y letra...

Milagros es una de mis compañeras de trabajo, es una gordita bien graciosa, voluntariosa y siempre dispuesta a ayudar. Su historia de vida es muy singular, está casada con su primer enamorado, quien era su compañero de carpeta del colegio.

Ella dejo nuestro trabajo hace 2 años porque salió embarazada y era uno de alto riesgo, su obesidad unida a su hipertensión la obligaban a guardar reposo, desafortunadamente su hijo murió durante el parto y le dejo una herida muy grande en el alma, el varoncito que con tantas ansias esperaban se les murió.

Yo me entere cuando la llame para felicitarla, llame un día después de su cesárea programada, cuando me entere llore como un niño.

Hace 4 semanas volví de mis vacaciones y me la encontré, nos abrazamos y reímos, pero nunca tocamos el tema del bebe, no quería abrir esa herida. Sin embargo había algo triste en ella, una herida que no sanara nunca.

Hace unos días llegue temprano y la encontré en la salita donde están nuestros casilleros, estaba de espalda y me acerque con la intención de asustarla, pero la note llorando, hipando, tratando de controlar su llanto, Milagros le dije ¿qué paso? Supuse que estaría llorando por su bebe.

Se limpio las lágrimas y vi que en sus manos, había un pedazo de papel, mire me dijo y mientras me entrego el papel, sus lagrimas brotaron otra vez, cogí el papel y lo vi y no entendí lo que sucedía.

Entre mis dedos estaba aquel papel, escrito con crayolas de colores y con una caligrafía malísima decía Mama yo te quiero.

Laurita la hijita mayor de Milagros había aprendido a escribir y esas fueron sus primeras palabras escritas, Mama yo te quiero, Milagros no se desprende de ese papel, cuando se pone triste lo lee y se acuerda que tiene una hija por quien vivir, Lenya me recordó esto, su hija está aprendiendo a leer.